martes, 16 de junio de 2009

ENTREVISTA CON LUIS ARÉVALO VENEGAS.











Foto: La Jornada 2006

ENTREVISTA CON LUIS ARÉVALO VENEGAS
ZAPATERO EN EL BARRIO DE TEPITO.
Considero a Tepito como la “Universidad de la vida”, quizá graduación por “maldito”. Y lo que más me molesta es la “gandallez” de “los de afuera” para el barrio.
Luis Arévalo.

Por Verónica Salinas Guevara.

VSG: Coméntenos, ¿ cuál es la importancia del espacio físico en relación a la convivencia familiar de un tepiteño?

LA: Sí, vamos a hablar primero desde el espacio casa, aquí se da un fenómeno importante a raíz del terremoto de 1985 puesto que los espacios se reducen.
Anteriormente con la vecindad, vivía mal el que quería vivir mal o en la mugre. Ahora ha cambiado la convivencia familiar. Antes los espacios eran muy grandes y se daba la convivencia de familia y también había una convivencia de trabajo en los llamados talleres familiares que muchos de estos se encontraban cerca de la vivienda. Hoy no es así, un ejemplo claro es el de un matrimonio joven que no soporta tener de 2 o 3 hijos juntos en un departamento de aproximadamente 45 ó 35 metros cuadrados e inmediatamente los mandan al patio a jugar; pero ahora como no quieren problemas con el vecino los mandan a la calle y cuando los papas menos se lo imaginan el muchacho adquirió problemas de conducta negativos.
Antes la familia tenía espacio para convivir con la familia, para trabajar en el taller sin tener que salirse. El patio era libre y sano con juegos sanos.
A partir de los años 70´s el comercio ha sido uno de los motivos de la desintegración familiar. La familia ha dejado de ser creativa, de ser productiva y ha traído como consecuencia violencia dada en calle y casa porque los vicios de conducta que se van adquiriendo por la cultura occidentalizada daña a la gente originaria del barrio. Problemas graves en las escuelas primarias (estas son ocho aquí en el barrio) hay un ausentismo fatal.
Las escuelas preescolares están saturadas de niños, no porque los padres jóvenes se interesen por su educación sino para que sólo se los cuiden. Algunas mamás andan en la locura de la vendimia y poco es el tiempo que le dedican a sus hijos, otras se desvelan en las noches (en fiestas y prostitución) la mayor parte de la mañana la pasan durmiendo y no hay un interés por educar al niño, por lo que da motivo a que el "chaco" vaya creciendo con vicios de conducta negativos para su vida.
La convivencia familiar y de vecinos: anteriormente en la vecindad se realizaban grandes fiestas con cooperación, unión, convivencia vecinal. Mucha gente tenía la inquietud de crear, tenía un oficio de carpintería, zapatería, o se dedicaba a la artesanía; ahora hay individualidad, el comercio ha provocado envidias y rivalidad, enemistades. En el comercio sólo se presenta la avaricia, el egoísmo ha provocado romper con la tranquilidad y el bienestar “ya no somos los mismos tepiteños de aquel tiempo”.


VSG: Cómo es la convivencia familiar actualmente en el barrio de Tepito a causa de la transformación del espacio físico (anteriormente en la vecindad y hoy en día en el departamento) ?

LA:
Los jóvenes -por ejemplo- están permeados de cultura dada a través de los medios masivos de comunicación y de los juegos “nintendo” y otros.
Porque ahora los jóvenes no pueden permanecer en el patio y salen a la calle donde se violentan con todo lo que ven.

Antes había creatividad y esto se ve reflejado en los juegos infantiles como el juego de las “cebollitas”, “los encantados”, “el avión” o juegos que se daban con objetos como con el trompo, el yoyo y su mundo era la escuela, el trabajo con los papas y sus respectivos ratos de juego, por lo que la mayoría de las conductas eran sanas.
Ahora todos los jóvenes están tras el dinero y hacen cualquier cosa por obtenerlo, como lavar carros -estos son pocos-, muchos papas consiguen un espacio en la calle y ponen a vender a sus hijos.

VSG: ¿Qué papel juega la posición del espacio físico en el barrio?

LA: Los espacios físicos tienen que ver con la conducta de la gente. Insisto que faltan espacios para reflexión -quizá talleres de algún oficio- y recreación, así como el intercambio de experiencias ingeniosas y espacios para distracción; sin embargo todo lo acapara el comercio y su enajenación pues nos dejamos llevar con todo lo nuevo que nos presentan, se vive así también la explotación del espacio, al cobrar caro algunos espacios.
Considero que los espacios en decadencia son:
· La casa (vivienda) “viven los muebles y tú no” (por las prisas no puedes convivir).
· La escuela (donde se presenta un gran índice de deserción). Hay un problema de deserción escolar, sin embargo; no sólo en la escuela se obtiene formación educativa y cultural sino también debe darse aún más a nivel familiar, de padres a hijos y convocar a que se conviva más.
· Espacios de reflexión y convivencia, recreación (los talleres de oficio son importantes).
Y más a parte aún, en el barrio de Tepito eran 84 manzanas prediales, nos han dividido en delegaciones políticas, en distritos electorales, en ejes viales, nos tratan de “desmadrar” a como de lugar.
Hoy, los tepiteños, estamos subordinados por lo moderno, lo moderno “desmadra”, vivimos una cultura del consumismo “apendejador”, los productos que compramos muchas veces no sirven y solo roban espacios en la casa, un ejemplo son los muebles de gran volumen. Los jóvenes conviven totalmente diferente a como se convivía antes, ahora su mayor diversión es en las discos, bares y antros catalogándose como los “muy vividos”, también en fútbol de salón y mínimamente en el deporte en algún deportivo.

VSG: ¿Conqué se identifica más un tepiteño?

LA: Pues mira, hay identidad aún pero se está perdiendo, sin embargo, hay muchas formas como la de ser zapatero porque en Tepito siempre se han producido zapatos, sobre todo en los talleres familiares, hay quienes se identifican con el comercio, otros con los ayateros, amas de casa que luchan por tener su espacio en su hogar.

VSG: ¿Cuáles son las características primordiales de la típica familia tepiteña (antes y ahora)?

LA: Hay dos tipos de familia; la tepiteña y la “tepitera”, la primera es aquella que es originaria del barrio, que vive y trabaja -generalmente de la fayuca- y que cuida con todo esmero al barrio conservando tradiciones y costumbres y la segunda aquella que sólo llega a trabajar - llega de afuera, casi siempre es de provincia- pero que no vive dentro del barrio, también vive de la fayuca pero no le importa en lo más mínimo mantener limpio el barrio y cuidarlo, así mismo no le interesa conservar oficios o espacios de creatividad y reflexión pues su objetivo es sólo vender para ganar dinero; así mismo, poco le interesa seguir conservando tradiciones. (tepiteños, aferrados en querer salvar nuestra identidad y tepiteros que sólo se sirven del barrio).
Los tepiteros son los grupos de oposición, sobre todo son los “chalanes” del comercio que van terminando con los espacios de convivencia y recreación (un ejemplo es el deporte que ya no se da como antes).
Se da mucho el comercio “fritanguero”, el cual utiliza mucho los tanques de gas butano y es un peligro para la comunidad.
En el barrio todavía hay familias “sanas” y por lo tanto creo que Tepito todavía vive porque hay gente de provecho.
Los factores externos que originan violencia son por ejemplo: el adquirir otro tipo de cultura malinchista.
La postura que hoy se maneja en Tepito es que el comercio es la bujía económica que “nos ha sacado de jodidos”. Así como también romper con los oficios tradicionales; esto para mí me parece totalmente incorrecto.
Mi propuesta sería la siguiente: que el tipo ideal de la familia tepiteña se da a través del proceso de trabajo productivo no necesariamente dado por el comercio.

VSG: ¿Cuáles son los problemas más comunes en el barrio?

LA: El problema de la inseguridad y este no sólo se da en Tepito, hay asaltos, matanzas, drogadicción, etc. Considero que hacen falta espacios creativos de trabajos pero no sólo por el comercio.
Pienso que Tepito es aquel barrio que va dando la pausa a otros vicios de conducta en otras colonias o barrios de la Ciudad de México.
Toda la gente “mala” que salía del barrio se iba a la periferia como a Martín Carrera, San Felipe, Gabriel Hernández, entre otras; en la Candelaria de los patos pasó lo mismo, vendieron sus espacios y se fueron a la periferia.

VSG:¿Porqué mucha gente se sale del barrio?

LA: Porque se encuentran persuadidos por “los de afuera”, les llegan propuestas de un mejor espacio, pero aunque estén en cualquier colonia siguen siendo tepiteños, no es lo físico sino lo simbólico.

VSG: ¿Qué es lo que le molesta más a usted como tepiteño?
LA: No hay cosas que me molesten, tengo la capacidad de ver de quien vienen las cosas. Considero a Tepito como la “Universidad de la vida”, quizá graduación por “maldito”. Y lo que más me molesta es la “gandallez” de “los de afuera” para el barrio.

VSG: ¿Usted cree que exista en el tepiteño un cierto sometimiento provocado por toda esa cultura dominante -de los de “afuera”- ?
LA:
Sí, porque se ve reflejado un sometimiento de lo económico, toda o sino es que la mayoría se entrega por el dinero. La mayoría cree que el dinero es la vida y no les importa destruir a su familia con tal de tener mucho dinero.
Tepito va dando ciertos vicios de conducta a muchos lugares. Se presenta un fin político: la fayuca como trampa para la destrucción del barrio, por lo que se genera: egoísmo, envidia, vendimia de “todos contra todos”.
La familia se llega a transformar, pues la mamá deja de guisar en la casa, y el espacio comedor ya no es habitado, ya no hay tiempo de poner las cartas sobre la mesa, y si llega a caer económicamente un fayuquero -que casi siempre es el papá- se genera una notable desintegración familiar y el dinero se comienza a ganar de una manera aún más fácil. Hoy en día hay mucho individualismo.

VSG: ¿Ante toda la problemática social que vive en la actualidad el barrio de Tepito, qué es lo que usted propone?
LA:
Mi propuesta es la participación de los tepiteños con el fin de "revalorar" al barrio culturalmente, no sólo en las manifestaciones materiales, sino las no materiales o intangibles como es el lenguaje, la religiosidad, los mitos, tradiciones, leyendas, costumbres y otras manifestaciones simbólicas.


Luis Arévalo es zapatero en el barrio de Tepito, el taller de trabajo tradicional se encuentra ubicado en la calle de Vidal Alcocer # 114, Col. Morelos.

Taller Libre de Tepito del Arte del Calzado "TLITEACAL".

Programa de incorporación al trabajo productivo de personas discapacitadas de la tercera edad y con problemas de adicción a las drogas.
OBJETIVOS:
1.- Incorporar al trabajo productivo a las personas discapacitadas de la tercera edad y aquellos que tienen problemas de adicción a las drogas.
2.- Rescatar el oficio de zapatero en el barrio de Tepito como alternativa de desarrollo.
3.- Preparar y capacitar a jóvenes para contar con recursos humanos altamente calificados.
4.-Fomentar el desarrollo de microempresas o talleres familiares como forma de trabajo en los que sus integrantes resulten los propietarios.
Requisitos: Sólo uno: ganas de participar en proyectos que beneficien a la comunidad del barrio.
Encargado del programa: Antonio Contreras Mata.
Coordinador del TLITEACAL: Luis Arévalo Venegas.

miércoles, 10 de junio de 2009

Identidad Y Espacio: "Un lugar llamado Belleville París Francia”







Identidad Y Espacio: "Un lugar llamado Belleville París Francia"





Por Verónica Salinas Guevara.


El presente ensayo teórico – analítico tiene como objetivo o finalidad el estudio referido a la ciudad y al espacio urbano el caso de Belleville París Francia teniendo como referencia analítica estudios teórico – metodológicos de la investigación urbana, considerando los aportes recientes en el escenario nacional e internacional.

En un contexto histórico social en donde la política económica neoliberal y la globalización imperan, existe la preocupación constante de la pérdida de ciertas prácticas sociales que son intrínsecas del ser humano y que remiten a historia, significado, tradiciones, usos y costumbres, sistemas de creencias entre otros aspectos importantes y necesarios para la conformación del mismo, empero estamos inmersos en un paradigma que aqueja a la sociedad y a la realidad actual y por ende a una constante resistencia de amenazas de modernidad[1] .

Se parte de la hipótesis de la relación entre el espacio de los flujos y el espacio de los lugares[2] , entre la globalización y la localización simultáneas que no presentan resultados predeterminados.
Una Ciudad como lo es París Francia subordinada a estilos de vida y sujeta a cambios por una cultura dominante[3] , se ha manifestado: Belleville aún subsistente en defensa de una identidad barrial[4] peculiar.

Ubicado en una colina del Este parisino, se puede vislumbrar a un París popular y multiétnico sin grandes monumentos. Donde aún sigue vivo el espíritu del antiguo arrabal: casitas bajas, jardines floridos y estrechos pasadizos que resistieron al empuje de la especulación inmobiliaria. Olas de inmigración como chinos, paquistaníes, árabes judíos, rusos y polacos, turcos, griegos, judíos alemanes y españoles se hacen presentes.

Bien; se alude al tema Identidad y Espacio concibiendo al espacio como soporte material de las prácticas sociales dominantes en la era de la información a sabiendas que todo soporte material conlleva un significado simbólico. De ahí que la identidad juegue un papel importante, en general se está de acuerdo en que toda la cultura es siempre una combinación de varios modelos culturales. Únicamente cuando uno de ellos logra imponer su hegemonía depositando las exigencias de su lógica propia, es cuando se logra una síntesis cultural. Aún así, siempre subsisten elementos vivos y actuales de los modelos culturales subordinados a ésta. Siempre están presentes hábitos e ideologías y prácticas no plenamente sometidos a la lógica dominante, aquella que con su propio carácter incoherente y contradictorio pretende explicar el comportamiento de los grupos y de los individuos. Sin duda, existen expresiones culturales que se resisten al cambio promovido por el sistema social, pero ¿ Cómo se resuelve la tensión entre la dicotomía tradición – modernidad en las prácticas de los diferentes actores sociales? ¿ Cómo se manifiesta ésta realidad en el barrio de Belleville ?; así entonces, los espacios y su uso, la imaginación y su apropiación, no sólo en los términos físicos (construcción o reconstrucción de un lugar determinado) sino también considerando una dimensión simbólica y cognitiva que les otorga un significado y un sentido particular; es decir, que este espacio físico guarde un proceso de simbolización cultural que otorga valoraciones diferenciadas.
Un lugar es una localidad cuya forma, función y significado se contienen dentro de las fronteras de la contigüidad física, en Belleville existe la vitalidad urbana auto controlando los efectos de la élite con : cultura, historia y significado. Son lugares porque sus cualidades físicas y simbólicas los hacen diferentes. Se está por lo tanto en constante resistencia con y en las mega ciudades éstas con puntos nodales de una red de comunicación global y como centros de poder de la nueva forma proceso espacial de la era de la información, es decir; el espacio de los flujos[5].
Esto suele ser preocupante porque se está generalizando una cultura histórica cuestionable y algunas tendencias en dirección a la “arquitectura post moderna”. Lo que trae como consecuencia nuevas formas de concebir la realidad, nuevos valores culturales, nuevos estilos de vida, donde el ser humano se pierde en individualismos y soledad, será esto el inicio de un París enfermo?




Notas a pie de página:
[1] Modernidad: es decir, a la adaptación de modelos hegemónicos, netamente capitalistas.
[2] Partiendo de la nueva cultura de las ciudades como la cultura de la comunicación significativa e interactiva representada por una interacción multimodal entre el espacio de los flujos y el espacio de los lugares (Castells Manuel).
[3] La cultura dominante ejerce su control sobre clases o grupos mediante un proceso conocido como hegemonía. Se refiere no sólo al ejercicio de la fuerza sino en prácticas sociales consensúales, formas sociales y estructuras sociales, producidas en espacios específicos tales como la Iglesia, el Estado, la escuela, los medios masivos de comunicación, el sistema político y la familia.
[4] Sin olvidar que la identidad no es la suma de las diferencias objetivas entre un grupo y los demás, sino que está integrada por aquellas características que los actores mismos consideran significativas y que pueden variar a lo largo de la historia. por lo tanto no se considera que los rasgos distintivos tiendan a perpetuarse, pueden variar sin que necesariamente desaparezca la identidad barrial.
[5] Es una nueva forma espacial, característica de las prácticas sociales que dominan y conforman la sociedad red - carece de memoria histórica y son nuevos códigos otorgados por la tecnología modificando el estilo de vida -.

lunes, 8 de junio de 2009

CUPO LIMITADO. PELÍCULA MEXICANA. ADAPTADA Y REALIZADA POR MARIO ALCANTARA.

“CUPO LIMITADO”
PELÍCULA MEXICANA
DE: TOMÁS URTUSASTEGUI
ADAPTADA Y REALIZADA POR: MARIO ALCANTARA
PRODUCTORA: “EL REY DEL BARRIO”

Ensayo

Por Ricardo Arroyo Rodríguez*

Es muy agradable ver una película en la que te encuentres identificado en ciertos momentos y circunstancias de la vida. “Cupo Limitado” es una película que justifica el arte y el genio como partes importantes que nunca deben faltar en la producción cinematográfica. La sensibilidad del espectador es despertada con los asfixiantes momentos que en constantes ocasiones afectan a la sociedad en general.

El cambio de música y secuencia plasman un sentir y espacios diferentes; el usar el zoom, el eco, fotos blanco y negro alternando el movimiento de la cámara, es elemento clave para el juego del tiempo y el recuerdo en los avatares de la existencia. El seguimiento en cada toma, el tiempo que se le da a cada idea, el hacer paralelas las historias de cada personaje, permite concluir el cruce de sentimientos, caracteres, hábitos, sistemas de creencias y valores que pueden coexistir en un espacio limitado como es un elevador.

El elevador con su mecanismo descompuesto es el símbolo claro en esta película, de sistema social descompuesto en el que vivimos y convivimos todos; “apretados” en nuestros espacios simbólicos y culturales. Nuestros queridos representantes simbolizados con el portero, nuestros “salvadores” gobierno e intelectuales que buscan dar solución a los múltiples problemas que aquejan a nuestra sociedad. Los técnicos del elevador que no tienen el compromiso real con los atrapados en esta sociedad donde puedes "ascender" o "descender" en las distintas clases sociales siempre y cuando te las puedas arreglar solo en esta selva.

Es interesente ver que en una película que aparentemente es sencilla, pueda tener un efecto tan devastador en la conciencia y sentir social de quien la ve, esta clase de interactividad es producto de una producción cinematográfica comprometida con su sociedad.

Y al mismo tiempo puede contener tantos espacios sociales en un espacio tan limitado, esto es: el problema del arrendamiento, la mediocridad y falta de eficiencia en nuestras Instituciones bañadas de alcohol y decoradas con la sutileza femenil, la sobrevivencia social, la lucha entre generaciones, el cupo limitado entre las fronteras culturales, políticas y sociales, la fragilidad en los límites de la moral y las creencias, el sexo, la fe, la esperanza, la solidaridad, la lucha de las clases sociales, la discriminación y el racismo, la propiedad privada y la defensa de la misma, traumas y fijaciones sicológicas, la fe y esperanza en los líderes del pueblo o el político que busca salvar al pueblo de su condición vulnerable.

Todo ello, en una tipología sociológica de personajes que ha diario rodean a cualquier individuo que habita esta tierra desmoronada en sus espacios simbólicos y que termina por autodestruirse dando advertencia a un “apocalipsis social” muy alejado de la sublime dimensión humana como valor, donde se da paso a los cuatro jinetes que fueron formados por suicidio de la humanidad. La maquinaria en este elevador de cupo limitado tiene una larga historia de hábitos y creencias culturales caducas y en des uso que no pueden seguir moviendo este elevador. Esto es, la historia no puede estar “descompuesta” en una sociedad intolerante e individualista.
*Sociólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.

La autobiografía lectora de Michèle Petit


La autobiografía lectora de Michèle Petit


Por Juan Domingo Argüelles*

Desde hace algunos años me resulta difícil congeniar - más por ellas que por mí – con las personas que saben leer en los libros y no hallan ninguna lectura atractiva y apasionada en la existencia misma. Mis conceptos sobre la lectura, ni místicos ni misioneros, les parecen inaceptables. Es gente que, por principio, confunde pasión libresca con intolerancia, cree que todo lo valioso de la vida está únicamente en los libros y no alcanza a comprender que los mejores libros, y aun los peores, están hechos precisamente de vida.
A pesar de todo, entiendo a estas personas (que se sorprenden o se incomodan y a veces incluso se irritan con mis opiniones a cerca del libro y la lectura), porque durante mucho tiempo yo fui como ellas y creí que la única vida que valía la pena vivirse sólo podía encontrarse en las páginas de los libros. Aun sin yo proponérmelo era un pedante, y un dogmático de la cultura libresca, al que hoy veo, a la distancia, con algo de pena, cierto grado de arrepentimiento y un poco de indulgencia.
Tuvieron que pasar muchos años y varios cientos de libros para que yo alcanzara a saber que lo mejor que pueden hacer los libros por nosotros no es acumular obesidad impresa, sino animar y potenciar nuestra existencia, tornándola más ligera, menos pretenciosa y mucho menos arrogante y autoritaria.
Por ello, al leer la autobiografía lectora de Michéle Petit, Una infancia en el país de los libros (Océano – Travesía, México, 2008, colección Ángora), me reconcilio con la lectura y con la vida, porque advierto que también para Michéle los libros han sido importantes para mejorar su existencia y no para empapelarla, coserla y encuadernarla.
Una infancia en el país de los libros refiere la educación sentimental de una lectora que extrae de los libros lo mejor para disfrutar la vida con más intensidad y hondura. La niña, la adolescente y la joven que leyeron y construyeron cada cual su país libre, su reino soberano, harían a la adulta más feliz, más tolerante, más sensible y más amable, con toda la carga del verbo amar que posee este adjetivo.
Henry Millar, uno de los autores que ella leyó en su adolescencia, se preguntaba: “¿De qué sirven los libros si no nos hacen volver a la vida; si no consiguen hacernos beber en ella con más avidez?” Y esto es, justamente, lo que he encontrado en la autobiografía lectora de Michèle Petit: la lectura apasionada e inteligente de los libros para volver, una y otra vez, a la vida, y para beber en ella más ávidamente, como cuando se tiene sed.
No leer, nada más, para acumular lecturas (así sean lecturas de grandes obras y de importantes autores), sino leer para que cada experiencia de lectura nos devuelva lo mejor de la existencia y nos haga sentir que la vida es maravillosa (aun con sus dolores, desdichas e inconvenientes) no sólo porque hay libros, sino porque esos libros no nos exigen apergarminarnos y encerrarnos en lo simplemente libresco; antes por el contrario nos prestan alas y libertad para salir a la fresca intemperie.
Idealmente, la mucha lectura de libros debería enseñarnos su verdadera utilidad que no es, por supuesto, la soberbia intelectual, sino la mayor capacidad de comprender y, con ello, de respetar las diferencias; en una palabra, ser más tolerantes con los que no son como nosotros. Lo que ocurre es que muchas personas están convencidas de que leer libros (y, sobre todo, leer muchos y “buenos libros”) les da supremacía no sólo intelectual, sino también moral frente a los demás mortales. Los libros no les han servido para atenuar, sino más bien para inflamar, esas extrañas ínfulas. Insólita y cruel paradoja de lectores instruidos y, se supone, racionales y sensibles: no comprenden y, por lo tanto, no respetan ni toleran, sino que vilipendian, al analfabeto y al que “no lee”. Los insultos, todos, que aplican a los “no lectores”, son sinónimos de bestia: asno, burro, jumento, animal y muchísimos otros aún menos “cordiales”. Ser lector no equivale a ser inteligente. ¿Cómo explicarnos esta sin razón?
Pablo Neruda, uno de los poetas más vitales y uno de los más pródigos lectores y autores de libros escribió algo que, para mí, en los últimos años, luego de leer muchos libros, es una especie de divisa, de santo y seña, con que moriré satisfecho y agradecido con la lectura: “ Libro, tú no has podido empapelarme,/ no me llenaste de tipografía,/ de impresiones celestes,/ no pudiste encuadernar mis ojos,/ salgo de ti a poblar las arboledas/ con la ronca familia de mi canto,/ a trabajar metales encendidos/ o a comer carne asada/ junto al fuego en los montes ”.
Michèle Petit, aquella niña scout , que ya sabía del placer de leer, supo también que leer libros es extraordinario siempre y cuando estos libros también nos devuelvan la lectura del mundo. Me conmueve y me admira lo que Michèle refiere, porque lo que ella descubrió de adolescente yo apenas lo supe muchos años después (al recordar y reivindicar, fervorosamente, mi pasado no lector): que el mundo es un gran libro, mucho más rico y maravilloso que todos los libros juntos en la gran biblioteca infinita.
Escribe Petit: “Aprendí a hacer nudos marinos, cabañas, puentes colgantes, fogatas en medio de un viento fuerte, una canoa, máscaras de teatro. A colectar huellas de animales, a observar las nervaduras de las hojas. Leía el mundo, éste se agrandaba y yo me colaba en él. Por fin salía de mi cuarto. Descubría que era posible tener un dominio sobre las cosas. Esto no me había ocurrido nunca en la escuela, donde salvo escasos momentos no había conocido más que humillaciones, el miedo o el aburrimiento”.
Leer es, generalmente, un acto de soledad que sólo nos reivindica como especie si conseguimos que esa soledad se vuelva comunión con los otros y con el mundo que está más allá de las páginas de los libros. Esto es lo que vengo diciendo y escribiendo desde hace varios años, y es lo que no siempre comprenden los fundamentalistas librescos (como aquel que yo fui) que creen que lo más importante es lo que está en los libros y no lo que está en la vida (en nuestro pensamiento, en nuestro espíritu), con libros o sin libros. Para que el acto de leer un libro sea provechoso, esa lectura tiene que regresarnos con más ímpetu a la amplitud y vastedad de la existencia, y no enclaustrarnos en la estéril erudición o en el simple saber libresco, por muy profundo que éste sea.
No es que los libros no valga la pena. Nunca he dicho ni escrito nada semejante ni lo diré jamás. (El gran problema de la lectura es que mucha gente lee sin leer y por ello entiende sólo lo que quiere entender, no lo que está en los libros, sino lo que ya esta fijo, petrificado, en el búnker mental de sus “certezas”.)
Lo que sí digo es que la vida siempre será mucho más rica y mucho más plena que los millones de libros que hay en el mundo, y que puede ser extraordinaria si le añadimos la experiencia afortunada de los libros, cuidando de no quedarnos, para siempre enterrados y ciegos (como los topos), en las tibias y cómodas profundidades de la celulosa.
Coincido con Ernesto Sabato cuando éste se pregunta: ¿acaso no hubo cultura antes de Gutenberg?, y cuando, en respuesta a esta pregunta, afirma que la cultura no sólo se transmite a través de los libros, sino por medio de todas las actividades del hombre: conversando, viajando, oyendo música, comiendo, etc. Y cita en su auxilio a Longfelow, quien en el Hyperion expresa que “una simple conversación mientras se come con un sabio es mejor que diez años de mero estudio libresco”, enfatizando que sabio no quiere decir necesariamente letrado. Recordemos que fue también Longfelow quien dijo que los libros son los sepulcros del pensamiento en tanto no consignan potenciar nuestra vida.
Así como la vida potencia los libros (porque los libros sin experiencia vital, los libros librescos, no sirven para mucho), así los libros deben potenciar la vida, que es lo que realmente importa. Los libros sin la vida no son nada, son simples objetos inermes e inertes, porque sólo el lector tiene la capacidad de dotarlos de energía.
Montaigne sabía lo que decía cuando afirmaba que por modesta que sea nuestra biografía, podemos extraer ideas más significativas de nosotros mismos que de todos los libros de la Antigüedad, y Alain Botton nos recuerda en sus Consolaciones de la filosofía (Taurus, México, 2001) que, “como reconoce Montaigne, los grandes libros guardan silencio sobre demasiados asuntos, por lo cual, si les permitimos trazar las fronteras de nuestra curiosidad, frenarán el desarrollo de nuestra mente”.
Esto ya lo sabía y ya lo decía Sócrates, según podemos constatarlo en el Fedro, de Platón: los libros son buenos, pero mal utilizados pueden servir para confiar absolutamente todo a la letra impresa, en detrimento del ejercicio de nuestra memoria y nuestros propios sentimientos y pensamientos.
Clifton Fadiman, gran lector y autor gentil de un humilde Plan de lectura para toda la vida (Planeta, México, 2008), dijo lo siguiente con diáfana sinceridad: “ Una de las cosas que he descubierto es que resulta fácil decir que los libros te hacen crecer, pero bastante difícil demostrárselo a los lectores más jóvenes.
Tal vez es mejor decir, que te hacen ser consciente de lo que no sabías que sabes. Más que instrumentos para la mejora personal, los libros son instrumentos de descubrimiento personal. Esta idea no es mía. Se encuentra en Platón”.
Leyendo y releyendo Una infancia en el país de los libros, de Michéle Petit, en más de un momento me acordé de lo que sostiene Alessandro Baricco en uno de los ensayos más provocativos e inteligentes de su libro Tótem (“Queridos jóvenes, es mejor no leer”, 2003): quienes leemos y escribimos casi siempre provenimos de una herida no cicatrizada o de una derrota no siempre bien resuelta; quienes leemos y escribimos no estamos conformes con el mundo que nos ha tocado vivir y, por ello, tratamos de encontrar las respuestas en nuestra soledad en medio de los libros, adentro de las páginas.
Leemos, en realidad, para leernos, para encontrarnos, para saber de qué va la cosa y para poder entender nuestras debilidades e insatisfacciones.
Dice Baricco, y dice bien: “Leer es siempre la revancha de alguien que en la vida fue ofendido, herido”. Y añade: “No sé si esto tiene alguna relación con la humanidad ofendida”, de la cual escribía Adorno. Sé que la gente de libros es, por lo general, gente que sufre”. De ahí que concluya que “leer libros es una forma inteligentísima de perder ”.
Yo no soy psicólogo, pero sí soy enfermo y también soy lector y escritor. Por ello sé que Baricco no se equivoca. Y al leer la autobiografía lectora de Michèle Petit, quien sí es psicóloga y antropóloga y gran lectora y escritora, reafirmaré sospechas. Petit nos ofrece en su libro (y, en general, en todos sus libros) muchas claves de ese sufrimiento y muchas claves de ese acto de reparación y reconstrucción de la identidad que es la lectura.
Pocas investigaciones hay tan lúcidas y tan cordiales en este tema, como las de Michèle Petit: tan alejadas de clichés y de afirmaciones contundentes, excluyentes y soberbias. Los libros de Michèle nos enseñan que hay algo siempre más allá de los libros y que ese algo no es otra cosa que la existencia misma.
La niñita que leía y que se espantaba, se alegraba o se obsesionaba con las historias y las imágenes; la adolescente que buscaba con las historias y las imágenes; la adolescente que buscaba respuestas en los libros, y la joven que supo su destino entre libros es hoy la mujer que regresa a su infancia (fuente de toda creación artística y literaria, agua primigenia de la filosofía y la poesía) para decirnos cómo se hace un lector y cómo se construye una vida con los libros que nos ayudan a entender mejor lo que somos.
Y para construir nuestra vida y completarla, todo sirve: no nada más los grandes clásicos sino también Tintin, Mickey Mouse y el Pato Donald; el Tío Castor y Peter Pan tanto como Rilke, Kleist, Duras, Le Clézio y Proust. Deberíamos saberlo todos los que estamos metidos en esto de leer y escribir libros, pero son muchos los que se avergüenzan de decirlo, porque suponen que una vida de lectura sólo está hecha de Joyce, Hegel y otros autores como éstos, con grandes ambiciones intelectuales.
Y así como hay libros que se gozan en la infancia y en la adolescencia, hay libros que nos hacen sufrir o que nos aburren, aunque hayan sido escritos aparentemente para nosotros. Esto le sucedió a la niña Michèle por ejemplo, con El Principito de Antoine de Saint Exupéry, y con Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, y, más tarde, también, con Verne y con Stevenson.
Nuestras historias son nuestras porque las integramos a nuestra existencia más profunda, y todo libro que no consiga ese destino no es, definitivamente, para nosotros, al menos en ese primer momento. Incluso los “buenos libros”, que son buenos para los adultos y que por ello creen que debe ser buenos para los niños y adolescentes, suelen resultar pesados e insípidos. Por ello no debemos imponer jamás a nadie, y menos a un niño, y mucho menos a un adolescente, un libro que suponemos que “le tiene que gustar” porque es “ indiscutiblemente bueno”.
Refiere Michéle, al recordar a la niña que fue: “los escritos que me recomendaban tenían la etiqueta de “buenos” libros, lo que era una absoluta traición a su esencia. Se presentaban como libros pero no lo eran. Eran el vehículo de la voluntad de los adultos por inmiscuirse en lo más protegido que yo tenía; de hacer que mi deseo se derivara hacia lo que se adecuaba al suyo, de intentar penetrar en el campamento indio sembrado de empalizadas en el que me había encerrado, lejos de las miradas”.
Cuando somos niños, un libro que no es para nosotros nos puede asfixiar, y esto no lo entienden muy fácilmente los adultos. Sólo los libros que nos interesan por algún motivo, que incluso no tenemos que confesar, nos entregan oxigeno y nos hacen la vida más respirable.
Los libros de Michèle Petit siempre me apasionan porque no son ese tipo de libros de especialistas sin espíritu; son, como ella misma dice, desde la primera frase de su libro, autobiografías disfrazadas de trabajo “científico”. Y es que, en realidad, no puede ser de otro modo en el caso de Michèle, pues sería incongruente que alguien que goza con los libros y que abre puertas para que otros descubran lo que hay en la lectura, más allá de la utilidad y el placer, nos entregase una obra sin pasión y sin espíritu.
Sabemos que las ideas y las emociones desatan consecuencias. Cada libro de Michèle, lo he dicho también en otros momentos, inaugura caminos para comprender y disfrutar mejor este vicio impune que es leer. Desde sus Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura (1999), hasta Una infancia en el país de los libros (2008), pasando por Lecturas: del espacio íntimo al espacio público (2001) y Leer y liar (2005), entre otras obras fundamentales de investigación y reflexión.
“En los libros – dice – recogí abundante material para hacer del mundo un lugar más habitable”. Creo que a esto mismo se refería Longfelow cuando hablaba de sabiduría. La sabiduría de Michèle Petit es un acto de gentileza para cualquier lector; jamás un desplante de soberbia o un alarde de arrogancia. Y aunque dice con firmeza lo que no le gusta, tampoco lo hace con jactancia.
Confiesa: “Toda mi vida leí por curiosidad insaciable, para leerme a mí misma, para poner palabras sobre mis deseos, heridas o miedos; para transfigurar mis penas, construir un poco de sentido, salvar el pellejo”.
La anterior es una de las descripciones más fieles y más sinceras que he leído respecto del porqué de la lectura. Creo que Michèle petit es una persona afortunada y esto se nota en su felicidad al escribir, al hablar y al relacionarse: trabaja en lo que le gusta, “en ese extraño objeto: La lectura”. Cómo no envidiarla, cómo no quererla y admirarla. Más aún si en cada uno de sus libros nos regala una lección de humilde inteligencia y de profunda amistad, todo lo cual es la lectura.
* Juan Domingo Argüelles nace en Chetumal, Quintana-Roo en 1958. En 1995 recibe el Premio de Poesía Aguascalientes por el libro A la salud de los enfermos. Algunos de sus libros son: Yo no creo en la muerte, Poemas de invierno, Merecimiento del alba, Como el mar que regresa, Canciones de la luz y la tinieba.

viernes, 5 de junio de 2009

Entrevista con Daniel Manrique, muralista e iniciador del movimiento artístico cultural "Tepito Arte Acá"

"TEPITO ARTE ACÁ"
Por Verónica Salinas Guevara.

Foto: http://tepito-arte-aca.artelista.com/


Lo que debemos lograr es aportar y proponer un comportamiento recuperando el respeto y la cultura con métodos y modos de trabajo.
Crear espacios de reflexión y así depurar nuestros comportamientos.
Es importante tener la comprensión de la totalidad.
Dejar de ser “chingadores” para poder ser “chingones”.
Daniel Manrique.

VSG: ¿ Qué es “Tepito Arte Acá”?

DM: Es un hecho artístico, es vida y permanencia, es saber estar con “nosotros mismos” y no “contra todos”. Nos enseña a saber qué hacer con nosotros mismos, con nuestras casas, nuestros patios, nuestras calles. Arte Acá nos enseña a sentir qué es lo que somos acá en Tepito, acá en México. Tepito es un lugar muy “gacho”, propiciado no por la naturaleza, sino por la historia social de México, nosotros habíamos hecho nuestro medio y nuestro medio nos había hecho como somos. Tepito es un pasado histórico, es la historia escrita por los historiadores y la historia no escrita que se refleja en la realidad. Tepito reúne la concentración de lo que somos los mexicanos.

VSG: Sabemos que usted pintó varios murales en el barrio de Tepito como en la vecindad de Fray Bartolomé de las Casas, en la calle de Florida entre otras, ¿cuál es la importancia y el significado?

DM: Esos murales fueron realizados por finales de los años 70´s y principios de los 80´s (la mayoría), sin embargo actualmente se han degradado a causa de los puestos de comerciantes; pero en su momento fueron valorados y a causa de la “vendimia fayuquera” todo se deterioró.
Para mí el espacio es pintura, los muros son de “carne de mi carne”, “hueso de mis huesos”, “sangre de mi sangre” ; las paredes “son mi piel”, la piel del tepiteño, la piel del mexicano; es la piel de nuestra historia, es la historia del recuerdo que se queda en el aire y se funda en la historia, son recuerdos del desierto del México del norte y no tan cerca pero aquí lueguito el recuerdo del África del norte, son recuerdos de la selva del México del sur y del sur de la selva del África del negro.

VSG: ¿Qué es la cultura popular “acá”?

DM: Es la cultura de las calles; de las vecindades y de éstas la cultura del zaguán; la cultura de los patios; y la cultura interna de las viviendas como una cultura de la integración, fortaleciendo siempre el sentido de comunidad. La cultura se crea, ingenia, construye, no sólo se consume.

VSG: ¿Considera que el espacio físico sea determinante en la convivencia familiar de un tepiteño?

DM: Los tepiteños sabemos que somos en nosotros mismos, sabemos que nuestra primera casa es nuestro cuerpo, que nuestra casa terrenal es continuación de nuestro cuerpo, el patio es prolongación de nuestra vivienda y que la calle es prolongación del patio; así entonces tenemos: vivienda, patio, calle; así como: vivienda, taller, comercio y con ello convivencia.
Por lo que podemos decir que hay un espacio socializado el cual es: vivienda-patio-calle, vivienda-taller, patio-taller-convivencia = a barrio popular = a relaciones a barrio de Tepito.
Vecindades del barrio de Tepito, donde los tendederos son los eternos elementos escultóricos, móviles y ambientales.
Todo esto lo hizo la gente, lo fue haciendo y esto quiere decir: cultura.

VSG: ¿Qué papel juega la posición del espacio físico en el barrio?

DM: Pues tenemos una gran movilidad y posición del espacio. Esto mismo ha permitido que hayamos estructurado todo un lenguaje visual y también un lenguaje verbal; esto quiere decir sentido de comunidad, estas formas específicas de ser han fortalecido nuestro sentido de identidad, nos comunicamos, tenemos “relaciones humanas” más que “relaciones sociales”.

VSG: ¿De qué manera se le identificó al tepiteño en el momento en que se le propuso remodelar la estructura habitacional del barrio en el Plan Tepito en el año de 1982?

DM: Generalmente una ideología tradicional que trata de explicar a Tepito sustentándose en numerosos prejuicios. Por lo que los habitantes de Tepito son “sucios, feos y malos”. Además que éramos personas que no comprendíamos los beneficios que traía el “progreso” y no entendíamos lo que significaba la vivienda propia.
La arquitectura que nosotros proponíamos era la que nombramos como “arquitectura acá” que es la arquitectura de humanos para humanos y eso era la arquitectura tipo vecindad.

VSG: ¿Considera que se puede originar violencia en el momento en que se empiezan a dar cambios físicos con respecto al espacio habitacional?

DM: Sí mira, si lo vemos a partir del proceso histórico de la humanidad se presentan las diferencias raciales y culturales. Hablamos entonces de la existencia de la diferencia; diferencias con respecto a la religiosidad, costumbres, etc. Del poderoso contra el débil = a CULTURA con sus diferencias dentro de todo un proceso de socialización surgen las zonas “jodidas” = a CULTURA POPULAR, por lo que surge Tepito como una consecuencia y no como algo prefabricado. Esa cultura del sometimiento resquebraja el modo de vida tradicional del tepiteño y por lo tanto desestabiliza la capacidad creativa y humana del pueblo en sustitutos como el consumo y en una clara automatización. Quitando la capacidad de trabajo, empezando a introducir la fayuca desestabilizando la capacidad de trabajo manual.

VSG: ¿Cómo es el Tepito actual?.

DM: En Tepito se vive hoy la “filosofía de lo fácil”: vivir con dinero. Vivimos y somos la imitación del occidente “agringado”, occidente y Europa son lo mismo en ese sentido. Se vive un proceso de socialización. Una imposición de una sociedad a otra, una identidad totalmente impuesta, dejando a Tepito fuera de la “jugada” y no consciente de sus actos.
Se presenta la corrupción, actos vandálicos, delincuencia, narcotráfico y drogadicción, crisis de valores morales sociales.

VSG: ¿Cuales han sido algunos motivos por los cuales muchas personas han dejado de vivir en el barrio?






DM: Así como el país y la grandísima Ciudad de México, Tepito ha ido experimentando cambios acelerados casi violentos en lo social, político, económico y cultural.
Uno de los motivos y considero que es el más fuerte ha sido por la “fiebre del oro” el comercio fayuquero en los años 70´s. Después se utilizaron varios tratos como el de “ cambiar de casa pero no de barrio” pero ya no fue lo mismo pues muchos se preocuparon por ganar dinero dejando atrás la preocupación por conservar tradiciones, costumbres, formas de vida, el concientizar lo que estaba sucediendo en ese momento; Considero que aún no estabamos preparados para ello y Tepito se dirigía cada vez más a pique. Donde el dinero era lo más importante para el tepiteño.
Muchas de las viviendas y aún vecindades, muchas familias las fueron convirtiendo en bodegas, perdiéndose el uso de convivialidad y comunidad. Pues ya era una lucha de “todos contra todos”. Un problema grave de crisis cultural y ya no económico.

VSG: ¿Cuál es su propuesta?.

DM: Es el arte como base fundamental del conocimiento, no arte objetivo sino subjetivo; si no hay sensibilidad no hay conciencia.
Lo que debemos lograr es aportar y proponer un comportamiento; recuperando el respeto y la cultura con métodos y modos de trabajo.
Crear espacios de reflexión y así depurar nuestros comportamientos.
Es importante tener la comprensión de la totalidad.
Dejar de ser “chingadores” para poder ser “chingones”.

Daniel Manrique, es muralista e iniciador del movimiento artístico cultural “Tepito Arte Acá”, en el año de 1982 visita Francia relizándose un intercambio cultural entre pintores de un barrio popular francés "La Saulaie d´ Oullins" y "Tepito Arte Acá" ; ha trabajado en el barrio durante muchos años, también ha escrito en periódicos, revistas; en 1998 publica el libro titulado: “Tepito Arte Acá” una propuesta imaginada. Actualmente se encuentra preocupado por brindar ayuda a barrios marginados, un ejemplo es Ciudad Nezahualcóyotl, donde también ha encontrado gente con una preocupación: ser conciente de su realidad social, ante esto, ha dado propuestas para determinadas problemáticas.
"La Saulaie (La Solé) en Oullins (Ulen) a 10 minutos de Lyon, y en Tepito ciudad capirucha de México, D.F., -3 meses en Francia... ¡Chido!"
Daniel Manrique.

jueves, 4 de junio de 2009

Cuánto tiempo. Autor: Léo Ferre

CUÁNTO TIEMPO

¿Cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo aún?
¿Años, días, horas?
¿Cuánto?
Cuando lo pienso,
Cómo me late el corazón.

Mi país es la vida
¿Cuánto tiempo aún?
¿Cuánto?
Me gusta el tiempo que queda,
quiero reir, correr, llorar,
hablar,
ver y crecer, beber y bailar,
gritar, comer, nadar, saltar,
desobedecer.

No he terminado, no he terminado.
Volar, cantar, irme,
volver a irme.

Sufrir, amar, Cómo me gusta
el tiempo que queda.
Ya no sé dónde nací ni cuándo,
Sé que fue no hace mucho,
y que mi país es la vida.
También sé que mi padre decía …
“El tiempo es como el pan,
guarda un trozo para mañana”.
Aún me queda pan,
aún me queda tiempo,
pero ¿Cuánto?

Quiero jugar,
quiero reír a carcajadas,
quiero llorar torrentes de lágrimas.
Quiero beber naves de vino
de Bordeaux y de Italia.

Quiero bailar, gritar, volar,
nadar en todos los océanos.
Hay más, hay más.

Quiero cantar
Quiero hablar hasta quedarme
sin voz.

Cómo me gusta el tiempo
que me queda

¿Cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo aún?
Años, días, horas, ¿Cuánto?
Quiero más historias,
más viajes.

Me queda tanta gente por ver,
tantas imágenes …
Niños, mujeres, hombres grandes,
pequeños, graciosos, tristes,
inteligentes, desobedientes
¡Que curioso!
los desobedientes me relajan
como las hojas entre las rosas.

¿Cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo aún?
Años, días, horas, ¿Cuánto?

Me da igual Amor mío,
parará la orquesta
y seguiré bailando.
Dejarán de volar los aviones
y volaré solo.
Se detendrá el tiempo
y seguiré queriéndote
No sé dónde,
No sé cómo,
pero seguiré queriéndote

¿De acuerdo?

LÉO FERRE


Léo Ferré (1916-1993) compositor, cantante, poeta, novelista y director de orquesta francés. Natural de Mónaco, estuvo vinculado con el movimiento anarquista y trabajó en Radio Libertaire. Junto con Jacques Brel y Georges Brassens, es uno de los grandes compositores de la chanson.

Los Cosechadores y Yo











México 20 de Octubre del 2008

Les Glaneurs et la Glaneuse
Los cosechadores y yo
Cine Tamaris
Un film de Agnes Varda
Cine Francés
82 min.

Por Verónica Salinas Guevara.

Tras la experiencia de una fotógrafa francesa Agnes Varda, se han encontrado cosechadores, espigadores y pepenadores que por necesidad o elección viven de los productos y objetos que recolectan. A través de la cámara de Agnes descubrimos aquel sorprendente Universo. Papas, jitomates y otros alimentos, objetos sin amo y péndulos sin manecillas son la cosecha de nuestros tiempos.
En las primeras escenas del film se habla del arte de espigar remitiéndonos al inevitable reconocimiento que nos transmite la pintura de Jean François Millet[1] Las espigadoras[2] ubicándonos inmediatamente en un contexto histórico social, prácticas sociales, estilo de vida de mujeres que en aquella época Siglo XIX tenían la actividad de espigar[3] trigo, arroz, maíz, etc. El pintor Millet da un cercano reflejo de la realidad; su obra presenta el trabajo como constante fundamental en la vida de la gente del campo, el pesado esfuerzo por sobrevivir; de ahí la vestimenta, las actividades, acciones y todos los demás elementos del cuadro: paisaje, animales, utensilios, que aparecen reforzando la intención del artista, que se preocupa por dejar en claro el hecho del diario enfrentamiento de los campesinos y el medio en que se desenvuelven.
En el presente trabajo que realiza Agnes Varda se da a conocer una clara analogía de un estilo de vida peculiar con la acción de espigar pero también de cosechar.
En pleno siglo XXI, la acción de espigar se ha transformado en un nuevo concepto en la acción de sobre vivencia: el “pepenar”. Nuestra sociedad de capital de consumo y suntuariedades ha traído como consecuencia desechar alimento como vegetales en buen estado u otros productos de supermercados que por políticas de empresa se van de inmediato a la basura.
Por ende, el objetivo principal de este film es reflejar de manera concreta la expresión escueta, cruda, de una realidad de sobre vivencia y la manera en la que el ser humano expresa un reciclaje de ideas y formas de vivir la vida en diferentes espacios y tiempos haciendo uso de todo lo posible para su sustento y sobre vivencia como lo realiza en el campo, en la ciudad, o bien en alguna actividad; tal es el caso de los pintores.
Un ejemplo es el francés Louis Pons[4] quien utiliza la basura “espigando”, dando nuevas perspectivas, alternativas de expresión; nuevas formas de ver la vida.
Al respecto Agnes Varda comenta :
“Espigar es una actividad de la mente; espigar imágenes, impresiones, emociones, hechos, hazañas, informaciones” .
El tiempo es importante; es ir más allá del tiempo social, porque es vivir, es contemplar, soñar, es percibir nuevas formas de concebir la vida es buscar nuevas alternativas a la sobre vivencia humana, es jugar con la objetivación de las cosas, extraerlas e interiorizarlas para mi subjetividad; es simplemente ser y experenciar, es poder sobrevivir ante adversidades absurdas de leyes y reglas del sistema capitalista que implanta juegos sociales para echar a andar la máquina de las diferencias y por lo tanto de la violencia.
El ser humano busca sobre vivencia, misma que otorga la propia naturaleza, rectifica hechos resignifica circunstancias, trata de buscar el significado de su propia existencia, es conciente de sus actos, los cuestiona, busca posibles alternativas, salidas en su existir, el tiempo y el espacio es lo único que lo envuelve, que lo sujeta, queda atrapado en su propio cuerpo en su dolor eterno en la paradoja de la existencia humana, en el “péndulo aterrador”.
Sobre vivencia a partir de la transformación de las cosas a partir de lo concreto en la resignificación de lo abstracto, es un juego entre la objetivación y la subjetivación definitivamente. Por lo tanto el ser humano trata de construir realidades que dan sentido a su esencia, es tratar de “comer al dragón”; es tratar de hacer mío lo ajeno, lo desechado, lo excluido “lo de nadie”, es construir una realidad a partir de otra, es dar la oportunidad al ser humano de realmente existir y vivir.
Muchos espigan por placer, otros por necesidad; otros recolectan porque son los mejores frutos que dejan las grandes máquinas tractoras, otros por sobrevivir y otros pepenan para construir y reconstruir. Se hace mención de muchos ejemplos como: las papas cuando no son las adecuadas para vender y las discriminan aún en buen estado, los jitomates, las manzanas, las nueces, las uvas, la col, las ostras en el mar.
Espigar, arrancar, expropiar … quienes espigan racimos de uvas en la casa de Jerome Noel Buton bisnieto de E. J. Marey cronógrafo antecesor a los hermanos Lumiere. En Borgoña el viticultor Jean Laplascht quien también es psicoanalista , reconoce a Lacan y conoce que en la filosofía del psicoanálisis el ser humano no existe sin la existencia de su prójimo; de ahí que “espigar” es recoger lo olvidado, lo otro, lo que me complementa, lo que me hace a mí mismo existir.
Otro caso es la bodega “Hallazgos” una bodega repleta de cosas con significados, “ diversos sentires”, de esencias, de tiempos, espacios, de objetos con particularidades de sentido a la existencia. Aquí Varda se convierte en dueña de un reloj que logra valorar después de que pasa sin aprecio por una mujer. El reloj tiene la peculiaridad de no tener manecillas para ella esto es muy importante pues la convierte en dueña del tiempo, “atrapa el tiempo”. Trata de sentir el aquí y el ahora continuo, el tiempo es para ella una resignificación.
Por último, Varda encuentra en un Museo una pintura con la expresión de espigadoras corriendo en circunstancia de tormenta, misma que connota la condición humana, el sentido de sobre vivencia en el campo e indudablemente hoy en día en la ciudad, lo que significa que sin duda, el ser humano se encuentra inserto en una constante paradoja.



Citas a pie de página:
[1] Campesino francés, hijo de campesinos pobres (1815 – 1875), siglo XIX.
[2] En el paisaje encontramos la Inmensa y desolada llanura de tierra labrada. Mogotes de trigo formados en el horizonte. Rústica uniformidad de construcciones, troje y viviendas. Campo extenso, desgastado. Cielo amplio, solitario. De personas encontramos a campesinos, mujeres y hombres que trabajan duramente agavillando trigo; vestidos en traje de labor con tocados para cubrirse del sol. Los animales son caballos de tiro, y un burro en plena actividad de trabajo. entre las herramientas está la carreta llena de carga, lista para transportar. La pintura se muestra públicamente en el museo de Orsay Francia.
[3] Espigar se refiere a la acción de recolectar, de recoger es decir de abajo hacia arriba, ya sea arroz, trigo, maíz, etc. Es muy diferente a pizcar que aunque también se trata de recolectar, la actividad se realiza de diferente manera es “arrancar” de arriba hacia abajo.
[4] Esto me remite a Alberto Gironella pintor español quien también realiza sus pinturas sobre lienzo pero su toque especial es la dimensión que otorgan figuras y formas provocados por material extraído de basura; “ para la gente una porquería” “ para mí una maravilla”.

Reflexión: en apelo a las mercancías importadas

México a 15 de Mayo del 2009

REFLEXIÓN

Por Verónica Salinas Guevara.

Tal parece que en los últimos años un gran porcentaje de la sociedad mexicana sin diferenciar nivel socioeconómico se ha esclavizado por el consumo suntuario siendo una de las alternativas para evadir ciertas circunstancias de la realidad social actual.
¿Qué pasa con toda la gama de productos que suelen ser tan, pero tan accesibles que por su precio se presentan frecuentemente en el supermercado?. Aquellos productos en serie - como es el caso de los chinos y coreanos - , que finalmente son de baja calidad y que por su color, forma y estilo son tan llamativos. ¿Cuántas veces dejamos hasta el tope el carrito del supermercado repleto de productos que sólo dañan la salud o bien, que simple y sencillamente funcionan como paliativos de caprichos. Te has preguntado alguna vez ¿a qué se debe tal comportamiento?, muchas investigaciones se han realizado al respecto, si bien psicólogos y sociólogos han investigado minuciosamente en estudios de investigación social y concluyen que se trata de una psicosis que vive actualmente la sociedad global, sí, se trata de la reducción de tiempo y espacio que trae como consecuencia caer en el vacío, estamos siendo tan “compactados” - esto gracias al avance tecnológico - que sólo quedan sensaciones, “sentires” y por consecuencia tristeza y soledad; aunque en muchos casos ansiedad y neurosis - que bien puede ser satisfecha de manera inmediata por el alcohol y algún estupefaciente-.
Nos vemos entonces atrapados en el objeto, pensamos que lo que está afuera es lo más valioso y se nos concede por arte de magia siendo autómatas tras el consumo suntuario; pero esto es sólo una manifestación de tantas de tal desesperación; por tal motivo nos damos a la tarea de perdernos una y otra vez en la quimera del círculo vicioso del consumo como si fuese una religión.
Podríamos entonces explicarnos contusiones, complejos, y el por qué de la baja autoestima? ¿Cómo podríamos crear una nueva cultura a través de la práctica social contínua dando prioridad a nuestra identidad mexicana y de condición humana?

FOTOS DE PEDRO MEYER